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sábado, 26 de septiembre de 2009

º LA HISTORIA DEL Nº 13 DE SUSY ("El Comercio")


La nalga por una curul

Borges dijo que la democracia era una exceso de la estadística y la verdad, viendo estas imágenes, da ganas de creerle. La vedette Susy Díaz no era precisamente una gran lectora del escritor argentino, pero vaya forma de convertirse en la confirmación material de todos los temores que despierta ese Godzilla esquizofrénico al que llamamos “voto libre”. En el verano de 1995, Susana Ivonne Díaz Díaz se pintó un número 13 en la nalga y se lanzó al Congreso de la República. Casi nadie la tomó en serio, los políticos viejos se rieron de ella, pero 10.280 ciudadanos libres con Libreta Electoral al día valieron más que cualquier argumento. Y todo con un número que nadie quería, el 13.

El número rojo en la nalga de Susy dio la vuelta al mundo y fue impreso a todo color no solo en los tabloides locales, sino en la historia política de nuestro atolondrado país. “Susy da cucú por un voto”, tituló un diario chicha. Agencias de noticias y canales de televisión voltearon la mirada a la vedette peruana que, de pronto, imitaba a la Cicciolina en el propósito de conseguir un escaño en el Parlamento. César Hildebrandt entrevistó a la Susy. Enrique Chirinos Soto la invitó al muy formal programa que conducía en el desparecido canal de cable Monitor. El recordado Pedro Secsec de Ocurrió Así la invitó a Miami para hacerle una entrevista en Telemundo: antes de viajar, Susy tuvo que sacar visa.

Pero las imágenes que hoy vemos con candor —y que escandalizaron a los más altos fueros de la iglesia— tienen historia. Todo empezó con la invitación del líder del Movimiento Independiente Agrario (MIA), el empresario pesquero Julio Chu Meriz. Chu le dijo a Susy que, para las elecciones, necesitaba en sus filas un rostro popular que atrajera a las masas. Al principio, la vedette no estaba muy segura: la política es sucia y ella, sin ninguna preparación, iba a recibir toda clase de pedradas. Pero un pensamiento la animó: aunque nadie votase por ella, las cámaras acudirían a su llamado y eso le permitiría subir sus bonos en el mundo del espectáculo. Si no alcanzaba la curul, al menos le lloverían contratos.

Susy Díaz aceptó el reto. Sin embargo, los obstáculos llegaron al instante: solo quedaba libre el número 13 (nadie lo quería) y ella era muy supersticiosa. ¿Qué llevar a buen puerto esa aventura disparata?

Una biografía aún inédita de Susy Díaz escrita por la periodista Claudia Victoria, cuenta que fue Iris Samanamud, editora de Espectáculos del diario Ajá, quien le dio a Susy Díaz la idea de emular a la Cicciolina, Iona Staller. Incluso, le sugirió mostrar un seno como la modelo y actriz porno. Pero Susy sabía perfectamente en qué país estaba y prefirió una estrategia mejor: hacer de su cuerpo su propio símbolo. Dice el libro:

En su departamento de Miraflores, Susy Díaz, Iris Samanamud y la reportera Carla Chévez comenzaron a diseñar. Susy Díaz se bajó la falda, las pantis de coco y Carla delineó con lápiz labial rojo, el primer trece en el trasero de la vedette, el cual sería desde entonces su frente de campaña. Pero el roce de las pantis de coco con el labial convertía el número en una mancha que difícilmente soportaría el furor de la campaña, el calor del verano y al revoltoso público. El problema se resolvió con una tijera y medio pliego de cartulina roja. Colocado el nuevo trece, Susy Díaz caminó hacia la pared, giró el rostro hacia atrás y levantó su falda flexionando las rodillas para enaltecer la nalga que acogía el símbolo de su campaña. Las carcajadas de Iris y Carla en signo de aprobación fueron suficientes. Susy Díaz estaba lista para lanzarse al Congreso.

Como durante los primeros ensayos paseándose con la nalga al aire habían atraído la atención de más de un varón metemano, Susy tuvo que conseguir su propio vehículo de transporte a prueba de mañosos, al que bautizó como Chuchumóvil.

El resto es historia. Susy Díaz resultaría electa congresista de la República y pocos meses más tarde entraría al hemiciclo por la puerta grande cargando una Constitución Política en una mano y un diario Ajá en la otra. Ha pasado más de una década desde entonces y hemos visto muchas cosas raras por televisión, pero el 13 en la nalga de Susy golpea aún nuestra memoria colectiva, nos causa una risa fresca mezclada con auténtico pavor sociológico, y por eso ocupa el puesto 23 del ranking.

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